sábado, 6 de noviembre de 2010

"Días de nada"

Hoy no tengo nada especialmente bello que decir, ni excesivamente interesante. Hoy simplemente no ha pasado nada, ni tampoco ayer ni en toda la semana.

Sí, así es la vida: hay ocasiones en las que tu vida parece girar entorno a una comedia shakesperiana, pero otras en las que los días avanzan sin novedad, sin que nada especial ocurra, basándose así en la ejecución autómata de una serie de actos como respirar, saludar, comer y no pensar.

Por ello, podría bautizar estos días como “días de nada”, ya que son esos en los que el sol despunta por la ventana y tú te despiertas con el chirriante sonido de un cruel despertador y, después de aproximadamente 20 horas, te acuestas en la cama y te das cuenta de que no hay nada sobre lo que reflexionar…y la única pregunta que cabe hacerse es: ¿qué narices he hecho hoy que haya sido productivo desde un punto de vista meramente biográfico?

A no ser que mucho cambie el día…intuyo que, cuando permanezca tumbado en mi cama, con la mejilla hundida en una almohada excesivamente mullida, apunto de entrar en ese opiáceo limbo de la duermevela, de repente me desvelaré con una serie de cuestiones filosóficas de alto grado: ¿qué hago? ¿Adónde voy? ¿Quién soy? Y como secuencia de esto, las horas comenzarán a transcurrir cómodas en su manecilla mientras aguzo el oído y la mente en busca de una respuesta icástica a la oreja que me ayude a solucionar estas preguntas.

Hasta entonces, habrá que esperar.