En la ventana el reflejo de mi
rostro cansado me saluda. Me llama la cama y al mismo tiempo me repulsa:
ambigüedad en noches de insomnio. Se vuelven intratables las horas cuando la
habitación es un refugio subversivo de minutos mal masticados. Todo se
eterniza; todo acaba por salir de la tangente y la atmósfera se codifica en
manchas de rastros endebles del día finito. ¿Será así mientras los bostezos
floten? ¿Acabará la marcha centrífuga de los pensamientos en su fabricar
interrogantes? El despertador se eterniza en el despuntar de las llamadas
madrugadoras y los ojos siguen bien abiertos, expectantes frente a lo ya
acaecido: el nuevo día y las ojeras de no haber dormido.
miércoles, 28 de diciembre de 2011
martes, 6 de diciembre de 2011
Reventar burbujas
Terminar por reventar burbujas:
eso que siempre dices que constituye
matar las horas entre silencio y silencio
en la manía esquizofrénica de no entendernos.
Ladras y no te escucho;
desatiendo los modales y las costumbres
y me transformo en un ser subversivo,
acabo por bajar al pozo que tanto odias.
¿Dónde quedó el hacer de las mañanas
espacios en blanco y lugares de parada?
Será que dejó de servirte eso de redimir reproches
y comenzaste a afilar cuchillos y retinas.
Se han convertido en innecesarios
los rituales efímeros del sumar de dos productos:
besos con sabor a madrugada,
contenciones inversas de palabras al oído,
caricias ascéticas en el calor y la medianoche.
¿Habrá que continuar explotando burbujas
en el instante asmático del no mirarnos?
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