jueves, 23 de diciembre de 2010

Sin duda que te amo

¿Por qué será que te amo tanto?

No lo sé, por supuesto. Si no, ¿qué lógica tendría esta pregunta? Eres como una impertinente, doliente y pesada espina que cada vez se va hundiendo más y más cuando en mí ahonda la locura y decido volver a ver tus fotos. Tu belleza duele, ¿sabes? Quema el alma y destruye sin remedio mi cordura, decayendo el ánimo y exaltando la insensatez.

Para ti quizás resulte hasta gracioso, o incluso bonito, loable. Es incuestionable, al menos, que es un acto de amor indiscutible, propio del mismísimo Werther. Y eso, querida, me asusta. Si mi vía es atravesar su misma senda, espero no llegar a la meta. Nadie querría ver perdido el sentido de la vida, ¿no crees? No obstante, siento como tus ojos, de ese verde tan extraño que se aproxima a tonos ocres, me absorbe el espíritu.

Es extraordinario el poder de una instantánea, de una simple imagen congelada. Es increíble cómo el poder de una mirada puede atraparme y hacer que la muralla que había construido lentamente, piedra por piedra, se venga a bajo con tanta facilidad. Sin duda que te amo…y escuece sobremanera recordarlo en las heridas del llanto pasado pero no olvidado.

Es imposible no quererte; imposible no desgranar en estos renglones torcidos lo que me llevas provocando dos eternos y dolorosos años…si no lo hago, podría explotar y ver los restos esparcidos de mi alma por toda la habitación. Estoy cansado de limpiarlo todo con falsas esperanzas y pensamientos positivos cuando eso ocurre. Sin embargo, no sé olvidarte, pues no soy más que los restos que has dejado atrás en el camino y prácticamente todo mi ser te pertenece, marcado con una tinta indeleble que escribe tu nombre.

Sin embargo, princesa, sabes que me he resignado, es algo de lo que ya hemos hablado. Albert (o lo que sería mi versión de Albert) pulula a tu alrededor con el triste y perenne recuerdo de que no eres mía y que jamás lo serás. ¿Por qué la presencia de un ángel tiene que ser tan cruel? Carece de sentido. ¿Cómo algo tan puro y hermoso puede hacerme tanto daño? Sé que no es tu culpa, pequeña, soy yo. El problema es que tu propia luz no te deja verme; yo, que permanezco olvidado en las sombras de tu brillo sin que en mi olvido pueda ser avistado.

Agradezco tus palabras de sinceridad, de tu amistad (que aunque débil e incómoda, es sin duda un regalo).

Sin duda que te amo, preciosa.

Vivo con miedo a perderme.