¿Cómo
te has despertado esta mañana? ¿Habrás abierto los ojos con una sensación
extraña? ¿Te habrás acercado al calendario y te habrás dado cuenta de hoy todo
vuelve a empezar?
Los
días han dado la vuelta. Los números han vuelto todos al origen, el punto fijo
de todos los comienzos, aquél que siempre se repite en la rueda de la fortuna y
la desdicha que siempre nos atosigaba. Cuán distinto se ve ahora el mundo,
ahora que nada se redime y, al mismo tiempo, se consumen las páginas pasadas.
Todo
comenzó en un día como hoy, hace tanto y tan poco tiempo. Las luces de la
ciudad temblaban en una noche de niebla y frío. Tú también temblabas. El vaho
que escapaba de tu boca no era sino la materia escondida de mis suspiros y mi
nerviosismo. Fuimos comiéndonos la noche a cada paso de asfalto. Mientras, la
ciudad salía de fiesta. Tú y yo nos dirigíamos hasta la última parada, la de
las despedidas. Tu mano se juntó con la mía con aquel calor suave y dulce que
mataba todas mis soledades. Tu tibieza era más poderosa que todas las ráfagas
gélidas de cierzo mientras desgranábamos nuestras vidas en la conversación de
los nuevos descubrimientos.
Sentados,
llegó el beso que abrió la vereda de tantos otros — ¿dónde están ahora? —,
acudió a los labios que no tardaron en compartir sus alientos. Supimos entonces
que todo iba a ser distinto; dimos portazo a la soledad y cambiamos nuestras
vidas en aquel 26 de febrero…tan distinto del que ahora nos persigue y nos
tortura. ¿Qué habrás vivido hoy, en este día marchito en el que ya se ha hecho
de noche? ¿Habrás abierto tu memoria? ¿Qué has sentido hoy al cruzar nuestras
miradas?