En la ventana el reflejo de mi
rostro cansado me saluda. Me llama la cama y al mismo tiempo me repulsa:
ambigüedad en noches de insomnio. Se vuelven intratables las horas cuando la
habitación es un refugio subversivo de minutos mal masticados. Todo se
eterniza; todo acaba por salir de la tangente y la atmósfera se codifica en
manchas de rastros endebles del día finito. ¿Será así mientras los bostezos
floten? ¿Acabará la marcha centrífuga de los pensamientos en su fabricar
interrogantes? El despertador se eterniza en el despuntar de las llamadas
madrugadoras y los ojos siguen bien abiertos, expectantes frente a lo ya
acaecido: el nuevo día y las ojeras de no haber dormido.
Este texto me encanta, principalmente porque para mí, las noches de insomnio son eternas...
ResponderEliminarHace un tiempo escribí un texto sobre esto: http://palabras-de-una-artimusa.blogspot.com/2010/06/noches.html
Por suerte gracias al insomnio aparece la inspiración que tantas veces me ha salvado de la depresión.