miércoles, 14 de marzo de 2012

Tu pantomima


Al final, termina por ser cierto
que somos ríos indomables,
nubes flotantes,
pensamientos ambiguos
que se escapan a las rutinas.
Ya lo asegurabas cuando extendías las alas,
creabas vientos con las sonrisas
y vestías el aire al primer toque de carmín.

Será verdad que somos veletas,
nudos incandescentes,
sonidos diatónicos discordantes,
máscaras y murallas,
semillas extrañas de incertidumbres.
Ya lo afirmabas al perder los días
en el nirvana tranquilo de tu cosmos
y al medrar tus sonrisas
al transpirar los acordes rebeldes.

Yo terminé por aceptar los mandatos
del manifiesto de tus ojos esmeralda
y las ondas más hipnóticas del vaivén de tus danzas.

La soledad se vuelve el capricho de los inconformistas;
las vidas, sólo átomos que divisan compañías;
nosotros, el estúpido dúo de las locuras inciertas,
sentido asimétrico del inútil quemar de las tardes.

Tú en tu graciosa pantomima,
y en las verdades incoherentes
del roce de tus labios en mis neuronas.
Yo afirmaba y asentía,
seguía la lógica de la delicia de lo ilógico
y me sumergía en el correveidile
de todos los momentos en los que saltabas al vacío.
Yo era la marioneta consumida
por el trote confuso de la magia hilarante,
retazos de ceniza en busca de los secretos
que sólo arañaban la superficie.

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