Hoy es un día diferente en este blog. Hoy he decidido cambiar las cosas y abrir mis Confesiones Icásticas a nuevas posibilidades literarias que antes dormían en algún que otro baúl. Y no se me ocurría nada mejor que un poema que habla sobre el hecho mismo de escribir.
Terror es tiempo marchito

al caer por las horas muertas.
El reloj se transforma en enemigo
si la hoja en blanco, sola,
no me espera.
Letras difusas. Renglones torcidos.
Oraciones enredadas.
Significados que pierden significante
al reír sin motivo
o al escribir igual de loco
como siento en los dedos.
Prefiero vomitar versos
a llorar rendido.
Mis palabras son el psicólogo
que seca las lágrimas
de todo lo vivido.
Textos confundidos
de sintagmas descosidos,
o ajados si duelen,
o cortados si amargan,
o añorados si estremecen
con palabras precisas en la boca.
Escribo, con conceptos invertidos,
por intentar sobrevivir
al sinsentido
del tiempo consentido.
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